Sacerdote de Camagüey sonará las campanas como protesta cuando ocurran apagones

A partir de ahora, cada noche que no tengamos electricidad, sonaré 30 veces las campanas de la iglesia

Sacerdote de Camagüey sonará las campanas como protesta cuando ocurran apagones

El sacerdote cubano Alberto Reyes ha decidido realizar una protesta pacífica y simbólica, para demostrar su inconformidad ante los prolongados apagones en la Isla. El religioso sonará 30 veces las campanas de su iglesia cada vez que inicien los cortes eléctricos.

“A partir de ahora, cada noche que no tengamos electricidad, sonaré 30 veces las campanas de la iglesia, con el toque lento de los cortejos fúnebres, con el toque que anuncia muerte y luto: la muerte agónica de nuestra libertad y de nuestros derechos, la asfixia y el hundimiento de nuestra vida”, dijo en Facebook el párroco de Esmeralda, en la provincia de Camagüey.

El sacerdote también exhortó a sus compatriotas a seguir protestando, pero de formas que no impliquen riesgos tan altos como salir a las calles. Propuso no participar en ninguna de las convocatorias del régimen, retirarse de las instituciones vinculadas con el sistema, no poner letreros ni carteles a favor del castrismo y, sobre todo, educar a los niños en la verdad, rechazando la participación en actos políticos.

“A los hijos se les tiene que educar con la verdad, en el rechazo a la doblez, en el coraje, para no participar en actos políticos o ideológicos y, mucho menos, en reclutamientos para agredir. Hablar desde la verdad, públicamente y desde lo que es evidente, desde la realidad que no puede ser negada, sin mentir, sin justificar lo injustificable”, agregó.

El sacerdote también ofreció una reflexión sobre cómo se ha comportado el pueblo cubano ante el autoritarismo del gobierno de la Isla. “Somos un pueblo domesticado, al que, a puro golpe, se le ha enseñado a aguantar, a esperar lo que no va a llegar, a ‘resistir’ sin vencer. Somos un pueblo al que se le ha convencido de que, por más que haga, nunca cambiará nada. Somos un pueblo encarcelado de muchos modos, al cual sus captores, antes la mínima reacción de protesta o de búsqueda de liberación, han respondido con la brutalidad del que no está dispuesto a ceder, aunque nos vean languidecer y morir lentamente”.

Asimismo, añadió: “Y no solo nos hemos adaptado a nuestra servidumbre, sino que hemos colaborado y seguimos colaborando con ella. Nos morimos de hambre y de escasez, pero seguimos asistiendo a todo acto político convocado; no podemos dormir, ni nosotros, ni nuestros hijos, ni los que nos dirigen y controlan localmente, asfixiados por la falta de corriente y el calor, pero al otro día salimos a las calles a reprimir al que se atreve a quejarse o a protestar”.