El Torbellino Cambiario en Cuba: Entre Testaferros y un Gobierno en la Cuerda Floja

El mercado cambiario en Cuba ha experimentado una montaña rusa en las últimas semanas, con un desplome y una recuperación meteórica del dólar, dejando a muchos cubanos en la incertidumbre. Detrás de esta inestabilidad se perfilan intereses ocultos y la debilidad estructural del sistema castrista.

El Torbellino Cambiario en Cuba: Entre Testaferros y un Gobierno en la Cuerda Floja

Tras cuatro meses que registraron la mayor subida del dólar desde que la Tarea Ordenamiento revolviese la mugre económica en Cuba, las dos últimas semanas de mayo atestiguamos un meteórico desplome de las divisas que ilusionó a millones de cubanos que, en vano, esperaron que esa bajada se reflejase en los precios de las MIPYMES. Pero para sorpresa de nadie la fortaleza del peso duró menos que una huella sobre arena húmeda, y el 5 de junio el dólar comenzó a remontar con más fuerza que antes hasta que, apenas cinco días después, las tornas han cambiado nuevamente a favor del peso.

Es extremadamente improbable que al Gobierno le interese este mercado cambiario convertido en montaña rusa sin cinturones de seguridad ni freno, un río revuelto donde con muchas ganancias están pescando algunos que, en teoría, no deberían estar haciéndolo.

Un documentado artículo de Cubanet demuestra —tanto como algo puede demostrarse en Cuba— que detrás de esta inestabilidad monetaria se agazapan notorios mipymeros, reconocidos testaferros que dominan el sector de las importaciones mayoristas con apoyo financiero y logístico estatal. Que sean estos turbios personajes quienes hayan agitado el torbellino cambiario puede leerse de dos maneras, ambas muy comprometedoras para el futuro del sistema.

La primera es que por orientación superior usaron su dominio de mercado para hacer dinero —para el Gobierno— vendiendo dólares caros que luego recompraron baratos. Pero, ¿a este nivel de miseria ha llegado el castrismo? Si el Gobierno tiene que recurrir a esta artimaña para arañar unos pocos dólares, significa que está incluso más débil de lo que parece.

La segunda lectura posible es que los testaferros actuaron a propia cuenta y riesgo aprovechando en beneficio personal el poder que desde arriba han obtenido, priorizando sus intereses sobre los del Estado, sabiendo de buena tinta que el castrismo está más débil de lo que parece.

Tan problemático para el Gobierno sería andar rascando unas cuantas divisas para saldar unas cuentas que le ahogan, como que sus testaferros anden haciendo negocios a costa de la credibilidad del Estado mismo. Un Estado que, ante este torbellino cambiario, se retrata incapaz de proteger su propia moneda quedando como un Estado patético a merced de un mercado ilegal, siendo patética una descripción muy peligrosa para cualquier dictadura.

Recientemente, un diario oficialista cubano realizó una encuesta que deja claro que la depreciación del peso es la distorsión económica más preocupante para los cubanos. Ese dato apuntalaría la idea de que no hubo orden superior de revolver el avispero cambiario inyectando una frustración que empeore ese estado de opinión popular, ahora que se aproxima el temible verano y sus manifestaciones. Más sentido tiene que los testaferros se la jugaran al pueblo… y al Gobierno.

Si en los próximos días no vemos un movimiento punitivo contra estos personajes que, poniendo en jaque al castrismo, coordinaron un ataque financiero para bajar y subir artificialmente el valor del dólar lucrando con ello, no será porque al PCC le falten palos para dar o justificación para hacerlo.

La ausencia de castigo indicará cuan frágilmente dependiente se ha vuelto el sistema de estas estructuras "privadas" creadas para sustituir hiperineficientes empresas socialistas que solo funcionan en la constitución y el discurso de algunos cuadros demasiado obesos para cambiar.

Después de llevar meses diciendo que al peso cubano lo están atacando desde fuera, el verdadero enemigo lo tienen en el interior. El castrismo habría caído en su propia trampa, alimentado tanto a algunos testaferros que los ha vuelto to big to fail (demasiados grandes para caer). Si el mayor importador de pollo del país termina en Villa Marista ¿no se crearía un bache importante en la cadena de distribución? ¿Cuánto dinero personal perderían algunos camajanes del sistema si un personaje como ese es procesado?

Una rebelión —aunque de momento puntual— de los testaferros, corrobora los temores del castrismo para no abrazar el modelo chino de permitir un sistema privado muy desregulado —mucho más que en algunos países capitalistas— pues las condiciones de isla con mercado pequeño intrínsecamente vinculado a EEUU hacen peligroso el ascenso de una clase empresarial que acumule poder e influencia independiente de los designios omnímodos del PCC.

Probablemente sean estos empresarios vinculados al Gobierno —ya sea al castrismo como institución o a algún castrista personalmente— quienes mejor conocen la debilidad del sistema y cuán dependiente es este de las estructuras económicas delegadas en ellos como testaferros, y por ello, se sintieron con confianza suficiente para ganarse unos cuantos cientos de miles de dólares sin el menor esfuerzo… aunque el Gobierno quedase como monigote incapaz de defender su moneda, lo que no es moco de pavo, sino un mensaje con efectos telúricos para cualquier inversor consciente ahora de que lo único que hay en las bóvedas del Banco Central de Cuba es silencio y telarañas.